MI MAESTRO DOMINGO ARAGÚ


Con mi maestro Domingo Aragú en su casa. 97 años!!!
Yo, con mi maestro Domingo Aragú en su casa. Año 2007.

MI MAESTRO DOMINGO ARAGÚ.

La última vez que lo vi fue en el año en agosto del 2007. Lo visité en su casa en el barrio de Santos Suarez en la Ciudad de La Habana. Tenía 97 años. Falleció a los 102 años el 24 de octubre de 2012.

Aparte de ser uno de sus alumnos, tuve el inmenso honor de trabajar junto a él durante casi 12 años en la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba. (OSN)

 La primera clase que recibí del mismo fue en el conservatorio Amadeo Roldán de La Habana. Recuerdo que me puso a leer una lección del complicado libro ruso de Tambor Osadchuk . Acababa de cambiar de escuela y yo solo dominaba un poco el redoble rudimental abierto y apenas empezaba a aprender el redoble cerrado. Tampoco había estudiado lo suficiente los adornos y sus combinaciones. Creo que fue la primera vez que me di cuenta que tenía que dedicarle tiempo a la practica y que se terminaba el tiempo de la intuición o la improvisación. Por primera vez tenía que interpretar lo clásico, mejorar considerablemente mi técnica interpretativa.

Ese día me sentí muy impresionado porque sabía que estaba en manos de uno de los mejores maestros que se podía tener en Cuba y quizá en el mundo. Además, mis nuevos compañeros de clase tocaban los instrumentos de percusión de una forma impresionante. Pero también, Aragú era casi familia, un abuelo propio, porque había sido maestro de mi padre y este le tenía  devoción. No era por gusto. El maestro Aragú era un músico y timpanista excelente, una leyenda.

Creo que lo que más aprendí de Aragú fue su honestidad ante la música, el respeto al trabajo, su finísima musicalidad y su oficio de atril.

Y realmente, cuando más aprendí fue cuando tuve la suerte de ingresar en la OSN, en el año 1972. Gracias al profesor Aragú yo ya había participado como músico invitado en diversos conciertos y grabaciones. Recuerdo cuando me invitó junto a otros discípulos a la primera grabación profesional de las famosas Rítmicas de Amadeo Roldán bajo la dirección del maestro Duchesne Cuzán. A mi me encargó las partes del Bongó. Son partituras complicadas rítmicamente y me ayudó a analizarlas cuidadosamente.

Ya en la Sinfónica Nacional, el maestro Aragú, con inmensa generosidad, brindó todas las oportunidades que pudo a sus jóvenes alumnos. Recuerdo que un día, a las pocas semanas de estar en la orquesta, me dijo: … “en el próximo concierto vas a tocar el Timbal del concierto de Piano”… Era el Concierto en Mi menor Op. 11 de Chopin. En este momento quiero decir que era costumbre en nuestra orquesta que los solistas principales, después de años tocando repetidamente los mismos conciertos, reservaran estas obras a un segundo solista o aprendices y marcharse a casa a descansar. Me quedé sorprendido que al finalizar el ensayo del concierto de piano viera al maestro Aragú acercarse tras las cortinas y decirme lo que le había gustado y lo que no de mi ejecución. Así, cada día de ensayo!

Marcos Valcárcel Gregorio y Domingo Aragú COLOR
Marcos Valcárcel Gregorio y el maestro Domingo Aragú. Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba, teatro Amadeo Roldán, aproximadamente en el año 1976.

Naturalmente yo quería ser timpanista y él lo sabía porque yo muchas veces me quedaba en los ensayos, a su lado, para verlo tocar. También en esas oportunidades el maestro me comentaba sobre las obras, las baquetas que usaba y el porqué, los planos de la orquestación, la afinación, los directores, los compositores, la psicología de los músicos, la batuta, en fin, todo lo que concernía al oficio.

En otra ocasión, ya con más experiencia de atril, me confió un concierto completo previo acuerdo con la dirección de la orquesta. En ese concierto tuve la oportunidad de tocar por primera vez la 2ª Sinfonía de Brahms. Recuerdo lo orgulloso que me sentí. Por fin había tocado un concierto completo! Al finalizar un el concierto me dijo, sin aspavientos: … “muy bien, muy bien…pero… el redoble P del primer movimiento de la sinfonía no se oyó” ¡Me lo había advertido varias veces durante los ensayos!

 Domingo Aragú nació en un pequeño pueblo de la antigua provincia de Las Villas. Su primer trabajo de niño fue de aprendiz de talabartero. Pronto comenzó a tocar el tambor en la banda de música del pueblo bajo la dirección y guía del músico español Pedro Gracés del cual nunca se olvidó. En el año 1933 se mudó para La Habana y comenzó a tocar tocar en la Banda del Estado Mayor del Ejército. También en pequeños locales nocturnos y en la recién formada Filarmónica de La Habana bajo la dirección del compositor y director Amadeo Roldán.

Hasta el año 1959 por esa orquesta pasaron los mejores directores de orquesta y solistas de la época. Menos Toscanini casi todos estuvieron como invitados por La Filarmónica de La Habana. Iban o venían de los EE.UU. Y todos se iban sorprendidos por la calidad de algunos de sus músicos como el primer flautista Roberto Ondina, el primer clarinetista Enrique Pardo y el timpanista mulato Domingo Aragú. Así lo hace constar Erich Kleiber en su biografía. Además, Aragú fue el primer maestro de solfeo de su hijo, el célebre director de orquesta Carlos Kleiber.

Domingo Aragú
Domingo Aragú durante un ensayo de la Sinfónica Nacional de Cuba en el teatro Amadeo Roldán.

 Domingo Aragú poseía una técnica propia para tocar los timbales. Nadie se la enseñó. Fue producto de su musicalidad, su especial sensibilidad musical y su cultura general.

Agarraba las baquetas al estilo americano y su redoble era tipo cerrado (buzz roll)

Curioso ¿no? Hoy en día este tipo de redoble está contraindicado, casi “prohibido”por todos los profesores . Sin embargo, Aragú tocaba así y con el corazón! Y los resultados eran perfectos.

Tampoco tenía lo que se llaman “manos bonitas”en la Caja o Tambor. Naturalmente tocaba con el agarre tradicional. ¡Ah! ¡Pero qué bien y con qué sentido tocaba el Tambor! Su redoble era insuperable.

Sin embargo a sus alumnos los alentó para adquirir la mejor técnica. Su manera de tocar era exclusiva y no debíamos imitarla.

 Una anécdota personal.

En una ocasión un profesor de un conservatorio nos invitó a varios profesores al recital de graduación de uno de sus alumnos junto al maestro Domingo Aragú. Como es sabido todo el que se gradúa convierte ese día en una fiesta y aspira a sacar una buena calificación. 100 puntos era lo máximo.

Al finalizar el recital se sacaba un promedio de las calificaciones del jurado de evaluación. Asi lo hicimos. Pero a la hora de redondear el promedio discutimos un poco sobre si darle un premio al graduado o ser exactos en la calificación. Yo era muy joven y orgulloso e insistí que no me había gustado lo suficiente su interpretación y por lo tanto no estaba de acuerdo en darle el máximo. Otros profesores también pensaban así, otros no. Aragú con su inmensa experiencia, sabiduría y humanidad sí era partidario de premiarlo con un 100. Pero al final se impuso la decisión de la mayoría y el joven graduado obtuvo 95 puntos. En Cuba eso significaba una derrota a pesar de que la calificación era Sobresaliente. El joven intérprete quedó disgustado.

Terminado el acto, salimos caminando mi maestro y yo a coger la guagua, como comunmente le llamamos al autobús de linea en Cuba. Iba yo sólo con Aragú y él iba callado y con paso rápido. Evidentemente también estaba disgustado con la decisión que habíamos tomado. Pasados unos minutos se quedó parado, me agarró por un hombro y me dijo con ironía:.. “sabes Marcos?…eres muy justo en las calificaciones, ¡MUY JUSTO! …y siguió caminando sin dirigirme más la palabra ese día.

Corolario: Se debe tener mucho cuidado al valorar el trabajo de un alumno, artista, persona, sus circunstancias, siempre que se pueda. O sea, sentido común y humanidad.

No lo he olvidado nunca.

 Otra anécdota.

Domingo Aragú era un hombre de carácter, ¡como timpanista al fin! Pero rara vez lo vi enfadado o encabronado, como decimos en Cuba.

Pero un día sí supe quien era Domingo Aragú:

Habíamos preparado nuestro concierto de graduación de Grado Medio.

Marcos Valcárcel, Luis Barrera, René Vergara, Jorge Valcárcel y Federico Chea
Día de graduación. De Izq. a der: Marcos Valcárcel Gregorio, Luis Barrera, René Vergara, Jorge Valcárcel y Federico Chea.

Él había solicitado la sala principal del teatro Amadeo Roldán para la actuación. Entre las obras que íbamos a interpretar estaba la variación de la percusión de la Guía Orquestal de Britten (con la ayuda de músicos de la Sinfónica) y la Tocatta de Chávez, entre otras obras. Todo estaba preparado para el concierto cuando uno de nuestros colegas de graduación avisó que no podía asistir porque tenía 40 de fiebre! ¡Tremendo problema! El concierto estaba en peligro. Pero el maestro no lo vio así. Aragú nos pidió que saliéramos de la habitación en donde estaba el teléfono y cerró la puerta. Llamó al alumno y empezamos a oír gritos e insultos increíbles en la boca de nuestro maestro que con razón le exigía a nuestro colega que bajo ningún concepto podía dejar de venir a la actuación. A la media hora se apareció el pobre alumno enfermo a cumplir con su deber de músico y así nos pudimos graduar.

 Ya estando en retiro, de vez en cuando invitábamos a nuestro viejo maestro a viajar y tocar con la orquesta durante las giras nacionales. En una de esas giras tocábamos la Suite del “Sombrero de Tres Picos” de Manuel de Falla y yo tocaba el Timbal. Un día, después de varias actuaciones, se me acercó mi maestro y me dijo:…Chico…(perdonen la inmodestia) ¡Con qué buen gusto tu tocas eso! …Lo había aprendido de él, observando todo lo que hacía, durante muchos años. ¡Es el mayor elogio que he recibido en mi vida!

Allá donde esté, ¡GRACIAS!

                                      Marcos M. Valcárcel Gregorio. 2009.

8 comentarios

  1. Hola Marcos qué bonito homenaje has dedicado a tu Maestro en este post. Tuviste suerte de tenerlo y aprender tanto de su talento y conocimientos ,que ahora compartes y enseñas a tus alumnos. Me han gustado mucho las anécdotas son como de película .
    Te felicito por tu interesante y educativo Blog.
    Un saludo y Felices Vacaciones!

  2. Hola Marcos! Qué de anécdotas e historias tienes por transmitir aún! Soy descendiente «indirecto» de Domingo pues entre los grandes y buenos profesores y amigos con los que tuve y tengo la suerte de contar, estás tu!!! Felicidades por este blog maravilloso!!! Voy a colaborar enviándote unas fotos que rescaté de un archivo de la Sinfónica y gracias a Mariam las tengo. Estamos tu y yo en el ensayo, allí en 17 y E, como pecusionistas, no hay nadie más, o al menos en las fotos no sale otra persona, bueno, de los demás instrumentos sí. Te las mando en estos días, un abrazo, JP

  3. Muy bueno el artículo profe!!
    Creo que recibi de alguna forma las enseñanzas de Aragú, a través de ustedes mis queridos profesores.
    Más allá del aspecto técnico y musical, que fue muy bueno, sin duda recibi tambien un gran apoyo humano, por aquello que hablas de tener en cuenta el entorno y las circunstancias de las personas. Leer esto me mueve a agradecerte una vez mas por todo!!

  4. Hola mi hermano:
    Que gusto me ha dado leer este articulo sobre Aragú al que siempre hemos considerado de nuestra familia. El sabe de este blog porque le he hablado de el y te desea suerte para que puedas seguir contribuyendo con tus experiencias a temas actualizados de percusión. Un abrazo y exitos!!

Replica a eleuterio mamani condori Cancelar la respuesta